A pesar de parecer una película infantil (que lo es) esta película me hizo sentirme muy adulta. Y a la vez, muy pequeña. ¿Quién no ha tenido sueños alguna vez? ¿Acaso no seguimos teniéndolos, todos los días?

Ballerina nos cuenta la historia de Felicia, una niña huérfana que, junto a su mejor amigo Victor, se escapa del internado en el que vive, para ir a París. Una vez allí, descubre La Gran Ópera, un teatro dónde se reproducen los mejores ballets y dónde imparten clase a niñas y chicos, mayoritariamente, ricos. Allí, Felicia encontrará a Odette, una bailarina retirada que trabaja allí de limpiadora, quien la acoge como si fuera su propia hija.

La película me hizo llorar. Sí, a mis veinte años aún me hacen llorar las películas, y en especial las de animación. Felicia demuestra que si te propones algo, siempre puedes lograrlo, pues es esa esperanza la que hace que nunca te rindas y consigas lo que anhelas. Todo con mucho esfuerzo, claro. Las cosas no son sólo desear.

Además, demuestra que la constancia, los sentimientos expresados en lo que haces, hacen que aunque tu manera de hacerlo no sea perfecta, la gente que te observa, aplicado al baile, vibre contigo. La verdad es que vi la película en un momento muy acertado. El viernes pasado, por la noche, antes de que al día siguiente fuese a un concurso de baile. La verdad es que me sirvió de motivación para no preocuparme tanto por subir a un escenario.

La recomiendo muchísimo a todas aquellas personas que les guste la animación. Ya sea la de Disney, Dreamworks o cualquier otra, pues aunque esta no sea de esas grandes empresas, es muy buena a mi parecer. Además de que Felicia demuestra una madurez extraordinaria para no dejarse aplastar por su contrincante.